miércoles, 20 de mayo de 2009

UKA FOPTE (relevaciones matutinas) [Valería de pinamar]

Estábamos solos. Era como un silencio gris el medio día, de a ratos el verde en corcheas como salpicándolo: las cotorras en este árbol, en aquél otro.

Lo ví muriéndose joven, como hinchado de una prematura vejez. Una notoria y previsible delgadez arrastrando sobre sí las pelusas de los rincones.
Miré hacia el escritorio.
Entonces agarré las tijeras y lo maté. Lo maté: un golpe certero, sin escándalos.

No hubo gritos, tampoco sangró mucho, solo un plap como de raqueta de tenis y nada, el cuerpo del delito con toda su acusación de alga, de goma derretida, de cera derramada. Ocul sus despojos en el bajo mesada, junto al resto de mis cadáveres y puse la pava. Fue un acto misericordioso. Cinco minutos y con el primer sorbo ya habré olvidado todo.

Hoy mi hija notó su ausencia. Entonces le sañalé los cielos abiertos y le dije: por ahí se ha ido, por el viento volado, cruzará el océano y al calor de los soles europeos cambiará de color.

No recuerdo si era azul o rojo o violeta. Sé que lo maté, maté a ese
globo, y estuvo bien. Fue un acto misericordioso, casi una eutanasia.

2 comentarios:

kant

el sabio puede cambiar de opinión. el necio, nunca